martes, 18 de abril de 2017

Una melodía sin nombre




Mirando aquella caja de música cuyas notas, delicadas y armónicas, se deslizaban por el diminuto habitáculo en el que estaba; se preguntaba si era posible que una melodía le hiciese recordar algo olvidado o que nunca hubiese vivido.

Acaso era posible tener recuerdos de personas o lugares que no has visitado, añorar a quienes no sabes quién son, se preguntaba. Difuminado con las sombras se hallaban recuerdos que pugnaban por salir, de los cuales solo era capaz de entrever matices: risas, voces, colores…La canción que llegaba de sus labios era dulce, suave, le arrullaba y calmaba aquellos nervios que cada le asaltaban con mayor intensidad. Sin embargo no era capaz de escuchar la letra que se apagaba cada vez más hasta convertirse en acordes.

Cuando la música cesó la penumbra nubló de nuevo su mente. Hastiado, suspiró llevándose las manos a la cabeza. Mantenía los ojos cerrados en un vano esfuerzo por ser capaz de captar algo más, de descubrir una minúscula pista que le ayudase a entender todo lo que estaba pasando. No era capaz de recordar aquella canción que tanto le rondaba la cabeza, era como un mantra que no paraba de repetirse una y otra y otra vez, día y noche. Mediante el cual solo era capaz de dormir –no más de dos horas-; no sabía que en momento exacto empezó aquello pero desde que lo hizo no podía descansar y, extrañamente, su cuerpo no parecía notarlo.


No obstante, lo prefería así. En las extrañas ocasiones que consiguió conciliar el sueño le asaltaba una pesadilla, que como un bucle se repetía, también, de forma constante. Sentía que todo su cuerpo ardía hasta podía notar hervir su sangre, cristales rasgar su ropas y cortar su carne, gritos y alguien llamándole…¿a él? Después de eso se despertaba agitado y nervioso, tan tenso que le dolía todo el cuerpo, solo entonces era capaz de escucharla con mayor claridad; tanto que casi podía discernir algunas palabras mas esa sensación apenas duraba unos segundos.